Tierras Desoladas Wiki
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Oh, Elaa señora del hogar, protege a mi familia de todo mal mientras estoy fuera por mi patria y mi señor.

–Oración de un padre antes de partir a la guerra y dejar su casa.

La señora de la sanación, la guardiana de la llama eterna de Qhrâ, Elaa es junto con Dunia, la hija predilecta de la deidad suprema, la deidad más joven y una de las deidades más queridas en todas las Tierras Desoladas. Esta deidad es la patrona de los sanadores y las matronas, la señora del hogar de las Tierras Desoladas y en definitiva una deidad bondadosa que muestra una cara amable a todos los habitantes que rinden culto a Elaa. 

Su nacimiento vino a raíz ante el dolor que la Guerra de Titanes trajo al mundo, si bien cientos de criaturas malheridas hubieran terminado por desangrarse y morir como alimañas que imploraban la divinidad de los dioses primordiales, Qhrâ decidió tras la diplomacia de Dunia que la tierra necesitaría una mano que buscase ensalzar la buena vida, y tras la creación de Cehaiss, Elaa sería la cuidadora de su llama allá donde el señor de la muerte sería custodio de las puertas del purgatorio. Dicha llama rejuvenecería aquellas heridas que la diosa viese oportuno, y ésta como fiel protectora la impartiría a todo aquel que necesitase de su calor.

Como guardiana de la llama eterna de Qhrâ, Elaa es la guardiana del Gran Templo de Puerta del Tral, donde se custodia dicha llama y también del Templo y Hospicio de Galparan. También existen pequeños lugares de rezo que casi todas las familias tienen dedicados a ella en sus propias casas a modo de altar protector de la familia.

Sacerdotisas de Elaa[]

Aquellos que deciden dedicar la vida plenamente a Elaa deben saber que solo las mujeres pueden acceder al sacerdocio de esta diosa y que los hombres solo podrán convertirse en adalides de la misma o en guardianes del templo. 

Tanto las sacerdotisas como los adalides le rezan a media tarde y lo hacen con una pequeña lámpara, no más grande que un amuleto que siempre llevan consigo y nunca dejan apagar en recuerdo de la llama eterna del Gran Templo. Sus seguidores son conocidos como grandes sanadores mágicos y normalmente guardan una gran relación con los seguidores de Dunia e Ilmeh y una espantosa relación con los seguidores de la señora de la no-muerte Qui'lla, Harkon y de Lughma.

Las sacerdotisas de Elaa emplean su curación a través de rezos divinos en conjuros directos, sin embargo, las propiedades curativas más terrenales quedan lejos de su dominio (como podrían ser extractos de plantas y medicina antigua basada en la naturaleza). Dicho de otra manera, una sacerdotisa de Elaa siempre empleará su curación divina directa y tendrá como último recurso el empleo de brebajes y tónicos naturales ya que las bendiciones de Dunia pueden derivar en el natural final de aquellos cuya vida pretenden alargar. Aunque en sus manos está la protección y sanación de toda criatura viva, aquellas que afrontan a la vida en sí, como pueden ser los seguidores de Qui'llah o Harkon, suelen ser objetivos de los brazos armados de los adalides. Ninguno de ellos declinará sanar sin embargo aquellos cuyas manos sencillamente estén manchadas de sangre, puesto que las heridas de un asesino y un campesino no dejan de ser un dolor que Elaa ha prometido subsanar, así como en su pasado Elaa sanó a las criaturas que alzaron su mano contra Qhrâ y sus hijos.

Dogma[]

Ayuda a todos los que estén doloridos, no importa quienes sean y sánalos aunque te lo impidan. Los verdaderamente santos toman el sufrimiento de los demás. Si tú sufres en su nombre, Elaa estará allí para sostenerte. Únete a tu causa con firmeza si es justa, sea cual sea el dolor o el peligro. No hay ninguna vergüenza en una muerte llena de significado. Oponte a los tiranos y no permitas que una injusticia quede sin oposición. Enfatiza la naturaleza espiritual de la vida sobre la existencia del cuerpo material.

Allá donde puedas ver que vaya a existir dolor o desdicha, brinda con tu esfuerzo la caricia de tus sanaciones y muestrales el significado de la vida mediante la compasión y la piedad. Busca proveer en la tierra aquellos que necesiten de tu cálida llama, y resguárdate de la oscuridad puesto que anhelaran de la misma para transformarla en contra del mundo.

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